domingo, 30 de julio de 2017

Daños del Enojo

Los daños que provoca en la salud el hecho de estar enojados

Cuando nos enojamos, los músculos y articulaciones se tensan, la sangre circula a menor velocidad y se alteran la actividad cerebral y el equilibrio en los sistemas nervioso, hormonal y cardiovascular.

Más allá de que no es bueno enojarse con alguien ni con uno mismo, este sentimiento acarrea muchos problemas a nuestro cuerpo. Hay una gran relación entre nuestras sensaciones y cómo el organismo responde a él. En el siguiente artículo te enterarás de los daños para la salud de estar enojado, para que empieces a evitar ser un gruñón.

La ira (o el enojo) y el miedo son las dos emociones que peor hace a nuestro cuerpo, corazón y mente. Se dice que ambas son las causantes de todos los males (o la mayoría de ellos), incluyendo las enfermedades. Si bien todavía no se sabe mucho al respecto, algunas investigaciones ya lo están demostrando y vale la pena conocer lo que se ha confirmado hasta el momento.

Evita enojarte y vivirás más y mejor
Vivir feliz es la mejor manera para evitar los dolores, las patologías y las enfermedades. Tomar las cosas con calma y no sobre enojarte ni dejar lugar a la ira tiene mucho que ver en tu salud. No se trata únicamente de una buena actitud o algo relacionado a la buena educación, sino que evitar el enojo puede ser la mejor medicina para tu cuerpo lastimado, herido o apesadumbrado. Es que durante un momento de enojo, los músculos y articulaciones se tensan (o engarrotan), la sangre circula a menor velocidad, se altera el equilibrio en los sistemas nervioso, hormonal y cardiovascular; la presión arterial aumenta, al igual que la frecuencia cardíaca y la hormona testosterona; se altera la actividad cerebral (sobre todo los lóbulos temporal y frontal) y la bilis es producida en exceso, por lo cuál aparece en partes del cuerpo que no corresponde.

Arritmias
El estrés físico y mental que producen los enojos puede desencadenar un colapso cardíaco y cualquier afección relacionada al corazón.

Daños hepáticos
Y también en la vesícula biliar, ya que la ira provoca una mayor secreción de bilis de lo que debería en condiciones normales. Esta sustancia debe ser expulsada a través de la vesícula, por ello es que este órgano también se resiente.

Dolores musculares
Al molestarnos con nuestro jefe, con la pareja, los hijos o el tránsito, el cuerpo segrega una hormona llamada adrenalina, la cuál también aparece en demasía cuando estamos ante una situación de temor excesivo. Esto puede causar dolores o contracturas en los músculos, así como también dolor de cabeza. Los hombros, la nuca y la espalda son los que se llevan la peor parte, ya que deben cargar con todo el peso de la tensión.

Diarrea
Estar enojado puede provocar lo que se conoce como síndrome del colon irritable (inflamación) y esto conlleva a la colitis o diarrea, por más de que se coman alimentos que no la produzcan. El estrés, el miedo, la tensión y la ira causan desequilibrios intestinales.

Gastritis
Es una de las consecuencias más frecuentes del enojo y los síntomas son típicos: reflujo, dolor, ardor, sensación de fuego en la boca del estómago. La acidez estomacal inflama la mucosa gástrica cuando hay muchos episodios de ira. Si te sueles enojar muy seguido puede que no sólo padezcas gastritis, sino también, llegues a sufrir de úlceras en el estómago.

Dermatitis
La comezón, el sarpullido y el prurito tienen, entre otras causas, al enojo como un desencadenante principal. Lo mismo ocurre en los casos de tensión, estrés, nerviosismo, ansiedad y miedo. Si hay alguna herida, ésta puede infectarse o empeorar el cuadro debido a que la persona se rascará más fuerte de lo habitual, por ejemplo.

Ira, enojo y salud
Es cierto que hay persona que se enojan más fácilmente, otras que no tienen inconvenientes en encolerizarse y están aquellos que de algo pequeño empiezan a echar humo por las orejas. Estas sensaciones no sólo repercuten en los demás, sino en nosotros mismos como ya se indicó anteriormente.

Las causas de la ira o del enojo son variadas y depende de cada persona. Lo que si es verdad es que la suma de varios problemas o reveses en la vida nos pueden llevar a perder el control sobre nuestras emociones. La ira es una reacción límite que tiene la mente para afirmar su propio yo o que se tiene razón, por ello es que una persona al enojarse grita, por ejemplo.
También puede estar causada por una amenaza, por el estrés o por eventos que ocurren sin que el individuo pueda hacer nada al respecto. Sin embargo, reprimir el enojo tampoco es bueno, ya que nos puede afectar en la salud psicofísica.

¿Cómo evitar enojarse?
La clave, afirman los psicólogos, es el autocontrol. El ritmo de la vida cotidiana nos lleva a enojarnos por cualquier cosa, no nos da tiempo ni espacio para hacer un “break” y bajar varias revoluciones. Parece que el universo conspira para desatar nuestra ira.
El tránsito, las obligaciones, las cuentas, la convivencia, el jefe, el autobús o los problemas personales no deberían ser motivo para enojarnos. Si bien parece más sencillo decirlo que hacerlo, se pueden ir modificando los hábitos de a poco. Es importante tomarse diez minutos al día para reprogramar la mente. ¿Cómo? Con meditación, con yoga, con ejercicios de respiración o simplemente, con una taza de té y un buen libro o sentarse a escuchar los pájaros en el césped.

En un espacio ideal para la relajación, limpio y ordenado, colocar un aroma que nos tranquilice, como puede ser un incienso, un difusor o un aceite esencial. Pon música para calmarte un poco más. Se recomiendan los sonidos de la naturaleza, la música clásica o la que se usa para la meditación. Cierra los ojos, respira profundamente por la nariz y deja que esto te tranquilice.
En el momento en que estás por protagonizar un momento de ira, recuerda esta sensación de paz. Otra técnica muy útil consiste en respirar lento y pausado mientras cuentas de diez hasta uno. No reaccionar al primer momento de la agresión o del problema puede ayudarte a reducir la ira o el enojo.


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