miércoles, 1 de marzo de 2023

Consideraciones nutricionales para corredores de ultra resistencia

 

Introducción

Los deportes de ultraresistencia han sido clasificados por un tiempo ganador ≥6 horas (Zaryski y Smith, 2005; Tiller et al.2019), sin embargo, algunos autores sugieren que cualquier evento ≥ 4 horas puede definirse como ultrarresistencia (Hoffman and Krouse, 2018; Hoffman, Ong and Wang, 2010; Knoth et al., 2012). Por lo tanto, para el propósito de este ensayo crítico, el rendimiento de carrera de ultraresistencia (UER) se definirá como cualquier evento de ≥4 horas o aquellos que excedan la distancia de un maratón tradicional (>42,2 km) (Millet y Millet, 2012; Nicolás, Banizette y Millet, 2011; Mejor et al., 2018). Estos eventos se llevan a cabo durante uno o varios días e involucran episodios prolongados de esfuerzo físico exigente (Costa, Hoffman y Stellingwerff, 2019), que pueden incorporar o no períodos programados de descanso (Brown y Connolly, 2015). Por lo tanto, es imperativo que los atletas manejen cuidadosa y correctamente sus requisitos de hidratación y nutrientes para lograr y mantener el máximo rendimiento fisiológico y psicológico (Costa, Hoffman y Stellingwerff, 2019). Además, estos eventos tienen lugar en entornos diferentes y desafiantes como la altitud o en condiciones climáticas extremas (desierto, selva o ártico) y pueden clasificarse como eventos de senderos, pistas o caminos (Figura 1) (Costa, Hoffman y Stellingwerff, 2019; Costa et al., 2019; Mejor et al., 2018). En consecuencia, estos eventos generan grandes demandas de energía debido al costo energético de la UER, lo que induce un balance energético negativo que puede conducir al agotamiento de la energía si el atleta no recibe suficiente energía (Williamson, 2016; Nikolaidis). et al., 2018; Lazzer et al., 2012). Esta gran demanda de energía regula al alza la termorregulación, lo que conduce a un aumento de las tasas de sudoración y una posible deshidratación (Chiampas y Goyal, 2015), lo que da como resultado un rendimiento reducido (Kruseman et al., 2005; machefer et al., 2007; stuempfle et al., 2011; Shirreffs y Sawka, 2011; Goulet, 2013).

Figura 1: Definición esquemática de la naturaleza multifactorial de UER reproducida de Costa et al. (2019).

Demandas de fisiología y entrenamiento

El éxito en UER se define por la capacidad de uno para lograr y mantener una mayor velocidad media de carrera para la distancia del evento establecida, por encima de la de la competencia (Zaryski y Smith, 2005). Esto se rige por una plétora de determinantes fisiológicos del rendimiento de resistencia y ultrarresistencia (Bassett Jr y Howley, 2000; Joyner y Coyle, 2008) que consiste en, pero no se limita a: un mayor consumo máximo de oxígeno (VO2 máx.) y velocidad en VO2 máx. (vVO2 máx.), respuesta retardada del lactato al ejercicio, economía de carrera (RE), disponibilidad y utilización de sustratos, demandas de termorregulación y robustez gastrointestinal (GI) (Knechtle y Nikolaidis, 2018). Además, algunas demandas psicofisiológicas también juegan un papel importante en el desempeño exitoso, que incluyen: competencia técnica y experiencia en carreras (Knechtle, Knechtle y Rosemann, 2010; Knechtle et al., 2011; Knechtle et al.2009), estrategia de ritmo durante todo el evento (Micklewright et al.2015), disponibilidad de ayudas ergogénicas, características de preparación como preparación de alimentos y líquidos, peso de la mochila del equipo y sueño, resiliencia mental y capacidad cognitiva bajo fatiga (Gucciardi et al., 2015; Hoffmann, 2014; Knechtle y Nikolaidis, 2018), umbral del dolor (Best et al., 2018; Hoffmann et al.2007), aclimatación si se compite en altura (Millet y Jornet, 2019) y privación de sueño (Martin et al., 2018). Las características antropométricas y de entrenamiento importantes asociadas con un rendimiento exitoso incluyen un porcentaje de grasa corporal (%GC) y un índice de masa corporal (IMC) más bajos (Hoffman, 2008; Hoffman et al.2010), mayor kilometraje de entrenamiento semanal y una velocidad de carrera de entrenamiento más rápida (Knechtle, Knechtle y Rosemann, 2010; Knechtle et al., 2012; Óxido et al.2012).

El entrenamiento para la ultra resistencia consta de varios aspectos que incluyen: fisiología, biomecánica, psicología deportiva, tácticas de carrera y ritmo y lesiones y enfermedades (Zaryski y Smith, 2005) y aplica los mismos principios de entrenamiento y adaptación general, como el entrenamiento para cualquier otro deporte. , lo que requiere la aplicación de factores estresantes de sobrecarga frecuentes y progresivas para el atleta para estimular la adaptación y la supercompensación, de modo que las siguientes sesiones de entrenamiento se completen con una intensidad más alta o una duración más prolongada (Selye, 1956; Zaryski y Smith, 2005; Verkhoshansky y Siff, 2009). ; Haff y Triplett, 2015). Además, las relaciones entre el entrenamiento y las disminuciones del rendimiento y la ingesta nutricional subóptima están bien respaldadas (Thomas, Erdman y Burke, 2016; Burke et al.2019) y recientemente se ha enfatizado la necesidad de aplicar aportes nutricionales estratégicos para cubrir las demandas energéticas del deporte (Costa et al., 2013a; Costa et al., 2019; Costa, Hoffman y Stellingwerff, 2019). Por lo tanto, es imperativo que estas demandas de rendimiento y entrenamiento vayan acompañadas de principios clave de nutrición para respaldar las demandas metabólicas y de recuperación del deporte.

Demandas nutricionales para el entrenamiento

El aspecto más desafiante en la nutrición de alto rendimiento para los ultracorredores es cumplir con sus requisitos energéticos diarios para aumentar el rendimiento y la recuperación (Nikolaidis et al., 2018). Estos requerimientos diarios de energía se rigen por varios factores, incluida la tasa metabólica basal (De Lorenzo et al.1999), niveles de actividad física (Ainsworth et al.2011), el volumen y la intensidad del entrenamiento, los objetivos de composición corporal y el efecto térmico de los alimentos (Tiller et al., 2019). La cantidad total de energía gastada durante una sola sesión de entrenamiento es inversamente proporcional a la duración de esa sesión (Costa, Hoffman y Stellingwerff, 2019); sin embargo, otros factores, como el nivel de condición física, la intensidad del entrenamiento, las condiciones ambientales y el panorama del curso de entrenamiento (Costa et al., 2019; Costa, Hoffman y Stellingwerff, 2019; Costa et al., 2013a) también juegan un papel. En términos de la vía metabólica, la UER impone grandes demandas al metabolismo aeróbico para utilizar eficientemente el glucógeno muscular y hepático almacenado junto con la oxidación de grasas, con un aumento sustancial en la utilización de ácidos grasos libres para la producción de ATP a medida que aumenta la distancia de carrera, principalmente debido a a la disminución de la disponibilidad de carbohidratos y glucógeno almacenado a medida que aumenta la duración (Alcock et al., 2018; bergman et al., 1999; Davies y Thompson, 1986; Scrimgeour et al., 1986; Waskiewicz et al., 2012). Caña del timón et al. (2019) ha recomendado que cualquier programa de entrenamiento debe complementarse con una intervención nutricional que maximice la capacidad de oxidación de grasas, ahorrando glucógeno para los últimos períodos de carrera. Este es un factor importante ya que las reservas de glucógeno y la disponibilidad de glucosa en sangre circulante son factores limitantes clave del rendimiento de ultraresistencia (Costa, Hoffman y Stellingwerff, 2019; Jeukendrup, 2011).

La evidencia actual recomienda que, para apoyar sesiones de entrenamiento sucesivas y progresivas, se debe consumir una ingesta diaria de energía de ~50-80 Kcal/kg/día (Potgieter, 2013) dependiendo de la duración e intensidad del entrenamiento, con un 60 % de la energía proveniente de carbohidratos, 15% de proteína y 25% de grasa (Burke et al., 2019; Burke et al., 2001; Thomas, Erdman y Burke, 2016). Para los ultracorredores, la ingesta de carbohidratos en relación con la masa corporal debe estar en el rango de 7 a 10 g/kg/día, esto también depende de la flexibilidad metabólica, la carga de entrenamiento y la capacidad del atleta para oxidar grasa durante el entrenamiento (Kerksick). et al., 2018; San-Millan y Brooks, 2018). Se recomienda que la ingesta de proteínas en relación con la masa corporal oscile entre 1,6 y 2,5 g/kg/día para apoyar la recuperación entre sesiones de entrenamiento (Kato et al., 2016) y mi también juegan un papel en el suministro de energía durante el ejercicio de resistencia donde se agotan las reservas de glucógeno (Tarnopolsky, 2004; Tarnopolsky, 1999). La distribución de proteínas también es un aspecto importante para los atletas de resistencia, con alimentaciones regulares (cada 3 horas) de tamaño moderado (20 g) que aumentan la síntesis de proteínas musculares de manera más eficiente que otros métodos (Areta et al., 2013). Esta ingesta de proteínas se puede complementar con carbohidratos (1,0-1,5 g/kg cada 2 horas durante las primeras 6 horas posteriores al ejercicio) 

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