DÍA MUNDIAL DEL ALZHEIMER
El 21 de septiembre se conmemora el día mundial del Alzheimer, fecha elegida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Internacional de Alzheimer.
En 1907 el médico neurólogo alemán Aloís Alzheimer presentó la sintomatología de su paciente, quien sufría de graves problemas de memoria y otras neuropatías. Sus reflexiones lo llevaron a postular: “La enfermedad comienza insidiosa, con debilidad, dolores de cabeza, vértigos, e insomnio suave. Irritabilidad y pérdida severa de memoria. Los pacientes se quejan amargamente de sus síntomas. La enfermedad se asocia ocasionalmente a un ataque apoplégico repentino seguido por hemiplejia. La pérdida progresiva de memoria y de la mente aparece más adelante, con los cambios repentinos del humor, fluctuando entre la euforia suave y el hypchondriasis exagerado; la enfermedad conduce al estupor y al comportamiento infantil. Las características se diferencian de pacientes con parálisis general, por un patrón organizado del comportamiento y por la capacidad general del razonamiento”
En un futuro próximo, según estudios de la OMS, las personas que serán diagnosticadas con la enfermedad descripta por el médico alemán se incrementarán. Se estima que para el año 2030 65.7 millones de personas sufrirán esta afección, duplicando el número en tan solo veinte años. Esto tiene un porqué, la causa más evidente es el aumento constante de la esperanza de vida.
Los avances en la investigación clínica han mostrado que 20 años antes de presentarse esta alteración de forma radical comienza a evidenciarse una etapa presintomatológica. Comprender estas señales podrían ayudar a un mejor diagnostico / tratamiento.
Las enfermedades cardiovasculares están ligadas fuertemente con las afecciones neurocognitivas. El Dr. Augusto Vicario, ex presidente de la Sociedad de Cardiología de Buenos Aires, miembro del Comité ejecutivo del Programa Nacional de Alzheimer, postula una serie de ítems a tener presente: 1) los pacientes con hipertensión y daño vascular cerebral tienen mayores probabilidades de padecer demencia; 2) el alzhéimer es más frecuente en pacientes con factores de riesgo y enfermedad vascular que los casos de demencia vascular; 3) la asociación de la patología vascular cerebral con la enfermedad neurodegenerativa condiciona un deterioro cognitivo mayor; 4) investigaciones recientes mostraron que controlando los factores de riego vasculares en personas diagnosticadas con alzheimer contribuye en forma favorable a que la declinación cognitiva sea más lenta. Por lo tanto “factores de riesgo, tales como la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia y la diabetes, que dañan la salud vascular, contribuyen a precipitar, agravar y empeorar el pronóstico de las demencias”. Los problemas vasculares deterioran las arterias cerebrales por tal motivo una prevención primaria y secundaria sólida a partir de los 50 años podría ayudar a evitar padecer la enfermedad a futuro.
No se debe esperar una droga que disminuya los padecimientos de la enfermedad, por el contrario, el Estado como los profesionales médicos deben intervenir en la prevención. Los factores genéticos, los depósitos de amiloide cerebral y la edad no son controlables, pero el diseño de políticas sanitarias con sustento, y cambios en la reflexión médico – paciente impactarán en el número de personas con probabilidades de padecer alzheimer.
La conclusión Vicario es “no podemos restringir nuestro esfuerzo contra la enfermedad de alzheimer a la simple espera de una droga que cure (que por cierto es necesaria), sino que nuestra razón de fin debe enfatizar la promoción y prevención de la salud vascular”
— con Ana Maria Montiel.El 21 de septiembre se conmemora el día mundial del Alzheimer, fecha elegida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Internacional de Alzheimer.
En 1907 el médico neurólogo alemán Aloís Alzheimer presentó la sintomatología de su paciente, quien sufría de graves problemas de memoria y otras neuropatías. Sus reflexiones lo llevaron a postular: “La enfermedad comienza insidiosa, con debilidad, dolores de cabeza, vértigos, e insomnio suave. Irritabilidad y pérdida severa de memoria. Los pacientes se quejan amargamente de sus síntomas. La enfermedad se asocia ocasionalmente a un ataque apoplégico repentino seguido por hemiplejia. La pérdida progresiva de memoria y de la mente aparece más adelante, con los cambios repentinos del humor, fluctuando entre la euforia suave y el hypchondriasis exagerado; la enfermedad conduce al estupor y al comportamiento infantil. Las características se diferencian de pacientes con parálisis general, por un patrón organizado del comportamiento y por la capacidad general del razonamiento”
En un futuro próximo, según estudios de la OMS, las personas que serán diagnosticadas con la enfermedad descripta por el médico alemán se incrementarán. Se estima que para el año 2030 65.7 millones de personas sufrirán esta afección, duplicando el número en tan solo veinte años. Esto tiene un porqué, la causa más evidente es el aumento constante de la esperanza de vida.
Los avances en la investigación clínica han mostrado que 20 años antes de presentarse esta alteración de forma radical comienza a evidenciarse una etapa presintomatológica. Comprender estas señales podrían ayudar a un mejor diagnostico / tratamiento.
Las enfermedades cardiovasculares están ligadas fuertemente con las afecciones neurocognitivas. El Dr. Augusto Vicario, ex presidente de la Sociedad de Cardiología de Buenos Aires, miembro del Comité ejecutivo del Programa Nacional de Alzheimer, postula una serie de ítems a tener presente: 1) los pacientes con hipertensión y daño vascular cerebral tienen mayores probabilidades de padecer demencia; 2) el alzhéimer es más frecuente en pacientes con factores de riesgo y enfermedad vascular que los casos de demencia vascular; 3) la asociación de la patología vascular cerebral con la enfermedad neurodegenerativa condiciona un deterioro cognitivo mayor; 4) investigaciones recientes mostraron que controlando los factores de riego vasculares en personas diagnosticadas con alzheimer contribuye en forma favorable a que la declinación cognitiva sea más lenta. Por lo tanto “factores de riesgo, tales como la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia y la diabetes, que dañan la salud vascular, contribuyen a precipitar, agravar y empeorar el pronóstico de las demencias”. Los problemas vasculares deterioran las arterias cerebrales por tal motivo una prevención primaria y secundaria sólida a partir de los 50 años podría ayudar a evitar padecer la enfermedad a futuro.
No se debe esperar una droga que disminuya los padecimientos de la enfermedad, por el contrario, el Estado como los profesionales médicos deben intervenir en la prevención. Los factores genéticos, los depósitos de amiloide cerebral y la edad no son controlables, pero el diseño de políticas sanitarias con sustento, y cambios en la reflexión médico – paciente impactarán en el número de personas con probabilidades de padecer alzheimer.
La conclusión Vicario es “no podemos restringir nuestro esfuerzo contra la enfermedad de alzheimer a la simple espera de una droga que cure (que por cierto es necesaria), sino que nuestra razón de fin debe enfatizar la promoción y prevención de la salud vascular”
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