martes, 3 de abril de 2018

Cómo reacciona el cuerpo al dejar de fumar


El tabaco es un problema aún vigente en nuestra sociedad. Y conocer sobre los beneficios y los cambios positivos que experimenta el cuerpo tras el abandono del tabaco es una buena manera de motivar y favorecer el dejar de fumar.
Efectos psicológicos y fisiológicos al dejar de fumar

Reacción dejar de fumar 
Cuando una persona decide dejar de fumar los efectos del abandono del hábito son psicológicos y fisiológicos. Éstos son más evidentes durante los primeros días, disminuyendo a lo largo de las semanas pero queda lo que se conoce como dependencia al “hábito de fumar”, es decir, la necesidad de tener un cigarrillo en determinadas situaciones cotidianas que, a menudo, son más difíciles de superar.



Reacción dejar de fumarEs cierto que una de las sustancias del tabaco, la nicotina, provoca dependencia, pero ésta no suele durar más de una semana. Aunque los síntomas de abstinencia pueden ser molestos e importantes no suponen ningún riesgo para la salud. Estos efectos incluyen ansiedad, irritabilidad, aumento de apetito, dificultad para dormir, desánimo, entre otros. Hay que ser consciente de que son transitorios y enfocar nuestro objetivo a los beneficios que vamos a obtener tanto a corto como a largo plazo.
Los efectos inmediatos beneficiosos del abandono del
tabaco incluyen

A los pocos minutos: disminución de la presión arterial y del ritmo cardiaco.
A las pocas horas: descenso de los niveles de monóxido de carbono en la sangre y aumento del nivel de oxígeno.
A los 2-3 días : normalización progresivo de los sentidos del olfato y el gusto
Desaparición de la halitosis (mal aliento) y del olor a tabaco en ropa y cabello.
Pérdida del color amarillo en dedos y uñas.
Ahorro económico.

Progresivamente cada mes y año sin consumir tabaco repercute positivamente en nuestra salud, así a más largo plazo el dejar de fumar:

Disminuye el riesgo de los diferentes tipos de cáncer asociados (como el de pulmón, vías respiratorias, cérvix, vejiga y páncreas.
Reduce notablemente el riesgo de padecer enfermedades de la vía respiratoria como asma, bronquitis y otras enfermedades crónicas (enfisema y bronquitis crónica). Además el entorno familiar del fumador también se beneficiará de ello (en casas donde se fuma hay un incremento de niños con asma).
Disminuye el riesgo de enfermedad cardiovascular.
El riesgo de alergias y enfermedades del área ORL también se ve reducido.
La piel es la gran beneficiada dado que el tabaco favorece el envejecimiento cutáneo y una peor cicatrización de las heridas.
Menor riesgo de enfermedad periodontal, caries y mejoría de las manchas dentales.


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